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Curriculum
Nací en Valencia, España, pero siempre he estado en contacto con Navarra y sin saber bien cual era mi lugar de origen. Entiendo que el mediterráneo y el norte me han esculpido con ingredientes muy distintos que ahora siento como riqueza. Tengo contacto con el arte desde donde me alcanza el recuerdo en la infancia. Puedo sentir perfectamente el dolor de las rodillas en la silla porque no llegaba a la mesa, y la fuerza con que apretaba las pinturas para que saliera el color con toda su intensidad. Más tarde recuerdo las historias que escribía cambiando de color, porque cada trozo del relato tenía una expresión cromática distinta. Hasta que un profesor calificó mis cuentos de infantiles por estar llenos de colores. Ahora sé que existe la sinestesia y que yo la vivía libremente. Agradezco las palabras de mi madre en respuesta a mi disgusto al decirme que los colores no tenían edad. Dejé de escribir en colores, pero el arte, como el agua, sigue buscando su cauce de salida y ha continuado acompañándome durante toda mi vida, sencillamente porque es un idioma que hablo sin querer y un lugar desde el que veo la vida. Así que experimento en mí misma cómo el arte es un canal de expresión incluso donde las palabras no llegan. A la hora de elegir una carrera entre bellas artes o psicología, me decidí por la segunda opción, porque la dimensión humana me atraía poderosamente. Sin embargo, a mitad de mis estudios me desvié hacia el diseño gráfico, imagino que porque la traducción de las ideas en imágenes seguía llamando mi atención. Conseguí mi título, pero no desaparecía un vacío, el de la dimensión humana. Así que buscaba la manera de conectar el diseño con la ayuda social. En este punto hubo un largo paréntesis al que me llevó la vida. Por un lado, mi energía se volcó en la crianza de un hijo y al poco tiempo, también hacia la enfermedad de una madre. Y después de acompañar dos largos años de una enfermedad terminal, apareció una luz que captó toda mi atención. Fue el descubrimiento de la arteterapia. De pronto vi que existía lo que venía anhelando desde hacía tanto tiempo, el arte y la dimensión humana, fusionados en un mismo lenguaje. Así que inevitablemente emprendí ese camino para aprender todo lo posible del máster de terapias psicoexpresivas ofrecido por la Escuela de Terapia Psicoexpresiva del Instituto IASE. Actualmente estoy experimentando la arteterapia en relación con la infancia y me parece un universo apasionante. El niño vive el arte como un lenguaje mucho más cercano que el de las palabras racionales del adulto y entenderle exige volver a ser capaz de nadar libre en ese idioma. Estoy comprobando cómo realmente la arteterapia tiende puentes hacia ellos y como se dejan ayudar si te acercas con la comprensión y sensibilidad necesaria. Cómo el niño entiende el momento en que se desvanece la extrañeza que separa la infancia del mundo adulto y te da la mano para contarte cosas y para que tú se las cuentes a él. Sólo puedo decir que ahora siento que he encontrado mi camino y que no estoy dispuesta a perderme nada.
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