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Pedagogía sistémica

Desde este nuevo paradigma, todos aportan tanto el que mucho habla, como el que guarda silencio, ya que todos y cada uno formamos parte de un mismo sistema y de una u otra forma siempre aportamos a partir de  nuestra naturaleza. Por tanto, no es más inteligente en el aula, aquel alumno que mucho pregunta porque el que está en silencio, puede estar generando procesos internos que son significativos, auténticos y enriquecedores para él.

En algunos casos podemos pensar que los niños no escuchan, cuando sí lo están haciendo. En esta nueva mirada educativa, las interpretaciones no cuentan, porque la pedagogía sistémica no hace interpretaciones, no juzga ni emite cuestionamientos de nada ni de nadie, ya que no existen acciones ni buenas ni malas. Si ha de molestarnos alguna conducta de nuestros alumnos, debemos mirarnos a nosotros mismos, porque aquello que nos molesta, es fiel reflejo de lo que nos sucede interiormente.

El niño que comenta, es porque tiene necesidad de comunicar y debemos estar atentos para retroalimentar sus conocimientos y acrecentarlos. El niño que guarda silencio, piensa, reflexiona, crea y genera un proceso invisible que sin embargo, podemos observar a través del lenguaje no verbal o analógico. Dentro de la teoría de la comunicación humana de Watzlawick (1993) existen 5 axiomas que son innegables:

1.-Es imposible no comunicarse

2.- Toda comunicación tiene un nivel de contenido y un nivel de relación, de tal manera que el último clasifica al primero, y es, por tanto, una metacomunicación.

3.-La naturaleza de una relación depende de la graduación que los participantes hagan de las secuencias comunicacionales entre ellos.

4. La comunicación humana implica dos modalidades: la digital y la analógica.

5. Los intercambios comunicacionales pueden ser tanto simétricos como complementarios.

Lo anterior, nos puede llevar a hacer una reflexión sobre las diversas interacciones que se dan dentro del aula de clases y si realmente somos conscientes, de nuestro grado de tolerancia frente a lo que los niños están expresando, de la forma en que lo hacen y de cómo nos sentimos frente a estos  actos comunicativos. Todo lo que sentimos en la pedagogía sistémica, es importante y partimos de la base que para que exista aprendizaje, tanto nuestro como de los niños o adolescentes, debe existir una emoción. Si sabemos qué nos genera emocionalmente que un niño no responda a una pregunta o no participe activamente, entonces deberemos buscar herramientas para que podamos cambiar de emoción y aceptar la forma en que él prefiere comunicar, ya que cada uno de nosotros pertenecemos a un sistema y en ningún caso, debemos ser excluidos.

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