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10 maneras para hacer feliz a un niño según la ciencia

Es fácil hablar al respecto, pero aceptar la felicidad como un modus vivendi es un ejercicio complejo: requiere tiempo y esfuerzo. Por ello, te compartimos diez maneras para ponerlo en práctica.

Si pudieras regalarles una cosa a tus hijos, ¿qué sería? Muchas personas escogen salud; otras, solvencia económica; y unas cuantas, felicidad.

¿Qué es la felicidad? De acuerdo con el psicólogo Erich Fromm, este elemento es una práctica diaria: un modo de ser y no de tener. Es disfrutar de las sensaciones físicas y emocionales del día a día, incitando a los demás a revivirlo también.

Es fácil hablar al respecto, pero aceptar la felicidad como un modus vivendi es un ejercicio complejo: requiere tiempo y esfuerzo. En consecuencia, la manera en que vivimos esta práctica se ve reflejada en las personas de nuestro alrededor: padres, hermanos, amigos, compañeros de trabajo o escuela, e hijos.

La doctora y directora del Greater Good Science Center, en la Universidad de California-Berkeley, Christine Carter explica cómo nuestra felicidad se transmite a los hijos, quienes a su vez aprenden a ser felices a partir de nuestras experiencias. De ese modo, los niños felices tienden a convertirse en adultos realizados y exitosos:

[…] Felicidad es una ventaja increíble en el mundo que enfatiza en el modo de ser. En promedio, una persona feliz es más exitosa a nivel profesional y relacional, que aquella quien es infeliz.

Para Christine Carter, el seguimiento de diez pasos es lo indispensable para educar a tus hijos con este paradigma:

    1. Ser feliz uno mismo. Los síntomas de la felicidad y del éxito de uno se reflejan, casi dramáticamente, en los niños. Una investigación estableció una relación estrecha entre las madres con tintes depresivos y sus hijos con problemas de conducta. De hecho, la depresión en los padres parece ser la causa de conflictos comportamentales. Por el otro lado, otra investigación demostró que la risa es un elemento contagioso que puede unir a dos o más personas en una relación: “La risa de otras personas provocará que uno se ría también, no importa del estado de ánimo. Los neurocientíficos creen que, al escuchar a otra persona reírse, las neuronas de espejo sueltan mensajes que provocan que uno se sienta de una manera similar que la otra.”
    2. Enseñarles a construir relaciones interpersonales. ¿Cómo se puede enseñar a relacionarse si uno mismo no lo pone en práctica? A decir verdad, no es una actividad que tome mucho tiempo ni esfuerzo. Se puede iniciar con motivar a los niños a que realicen actividades filantrópicas, y así ir construyendo cierta empatía. Estudios científicos demuestran que este tipo de acciones no sólo fomentan habilidades esenciales, sino también motivan a ser felices.
    3. Inculca el esfuerzo, y no la perfección. Aunque la vox populi afirme que la perfección no existe, la verdad es que muchas madres caemos en la falsa ilusión de educar a niños perfectos: tanto en el trabajo como en las relaciones. Sin embargo, los hijos que fueron bombardeados con el ideal de la perfección, tienden a poseer altos niveles de depresión, ansiedad y problemas con abuso de sustancias. Por ello, es imprescindible consolidar el esfuerzo (energía natural del ser humano) y no la perfección (demanda innatural). Cuando se inculta el esfuerzo y la continuidad en el trabajo, los individuos alcanzan sus metas de manera comprometida a lo largo del proceso. No se preocupan por la manera en ser los mejores ni en cómo deberían de ser o verse.
    4. Educa el optimismo. Investigaciones científicas explican que los adolescentes quienes fueron educados de manera optimista, tienden a sufrir mucho menos de síntomas depresivos a lo largo de la pubertad. Por lo que se ha relacionado de manera estrecha la felicidad con la práctica del optimismo. De ese modo, las personas que ejercen esta práctica, son individuos exitosos en la escuela, trabajo, salud y relaciones interpersonales; y de ese modo, la probabilidad de que lidien con trastornos emocionales es menor.
    5. Refuerza la inteligencia emocional. Es importante recordar que la inteligencia emocional es una habilidad, y no un requisito nato. Se trata de una educación, donde los individuos identifican y comprenden sus emociones, tratando de manejar con la frustración y el enojo.
    6. Forma hábitos de la felicidad. Implanta un objetivo a la vez, solidificando un hábito antes de añadir otros. Para lograrlo, trata de sacar de la vista cualquier tentación o distracción que pueda afectar al proceso; y hazlo público, de ese modo las personas de alrededor también podrá apoyar. Y persevera.
    7. Inculta la disciplina. Al fomentar valores como responsabilidad, solidaridad y perseverancia, los niños aprenden a ser disciplinados, prediciendo un futuro de éxito y de felicidad. La habilidad de esperar una gratificación inmediata refleja la capacidad de soportar la frustración ante estímulos desagradables. Por ello, la autodisciplina facilita el proceso de aprendizaje, de tolerancia a la frustración y el proceso de información. Para lograrlo, un estudio demostró que el 75% de los niños era capaz de trabajar durante 15 minutos, esperando una recompensa visible.
    8. Motiva a los juegos. Los juegos son reforzadores de la creatividad y meditación. Es decir, se aprende a disfrutar el momento cuando se trata de juegos activos y espontáneos. De ese modo, incluso, incrementan las conexiones neuronales para el desarrollo cognitivo y emocional de los niños. Es cuestión de planificar el tiempo de los niños cuando están jugando.
    9. Construye un ambiente para la felicidad. Diversos psicólogos han afirmado la influencia que la sociedad genera en nosotros mismos. Con un poco de control y atención, esa influencia puede tornarse de negativa a positiva, de agresión a felicidad. Y eso empieza con el comportamiento de uno mismo.
  • Cenen juntos. La constancia de la unión familiar puede reforzar la felicidad tanto de uno como la de los hijos. Es una cuestión de calidad, donde dispositivos móviles o electrónicos no deben interferir. Es una tradición que fomenta estabilidad emocional y  unión.

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