Eso es perfectamente comprensible. En principio el paciente no tiene por qué contar nada que no quiera, aun sabiendo que el psicólogo está obligado a mantener el secreto profesional. Está claro que cuanto más sepa el profesional mejor podrá ayudar, pero siempre prevalece el derecho del paciente a preservar su intimidad.
No obstante, si bien estas resistencias son muy normales al comienzo de toda terapia, a lo largo de las sesiones el profesional facilitará los desbloqueos y el aumento de la confianza del paciente, ayudando a expresar cosas que pudieran dar dolor, miedo, vergüenza, o incluso que pudieran haber quedado olvidadas.
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