Para que los efectos sean progresivos y la terapia efectiva, el mínimo usual es de al menos una sesión a la semana. Algunos tratamientos pueden necesitar una frecuencia mayor (de dos a tres sesiones semanales). Para determinados casos de mera consulta o de apoyo puede ser suficiente una sesión cada 15 días o cada mes, pero esta frecuencia puede dificultar la consecución de efectos terapéuticos.
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