La intervención es un proceso, hay que saber darle tiempo que se merece y no es el mismo para cada caso. Pero ello no significa que no podamos estar informados del punto en el que nos encontramos.
Ha de existir una información clara a los padres de los avances, de los obstáculos a superar, del momento en el que puedan plantearse, del trabajo realizado en las sesiones con el niño, de las técnicas empleadas, etc…
Esta comunicación ha de ser continuada y transparente y de ella dependerá tanto del buen hacer profesional como de la actitud de los padres.
Todo ello servirá para valorar la calidad y continuidad de la intervención que se está recibiendo
En otras ocasiones los propios niños deben acudir a tratamiento para ser ellos los que adquieran herramientas, habilidades y “trucos” para resolver sus dificultades.